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Hablo de la ciudad by Octavio Paz

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novedad de hoy y ruina de pasado manana, enterrda y resucitada cada dia,
  convivida en calles, plazas, autobuses, taxis, cines, teatros, bares, hoteles, palomares, catacumbas,
    la ciudad enorme que cabe en un cuarto de tres metros cuadrados inacabable como una galaxia,
    la ciudad que nos suena a todos y que todos hacemos y deshacemos y rehacemos mientras sonamos,
    la ciudad que todos sonamos y que cambia sin cesar mientras la sonamos,
    la ciudad que despierta cada cien anos y se mira en el espejo de una palabra y no se reconoce y otra vez se echa a dormir,
    la ciudad que brota de los parpados de la mujer que duerme a mi lado y se convierte,
    con sus monumentos y sus estatuas, sus historias y sus leyendas,
    en un manantial hecho de muchos ojos y cada ojo refleja el mismo paisaje detenido,
    antes de las escuelas y las prisiones, los alfabetos y los numeros, el altar y la ley:
    el rio que es cuatro rios, el huerto, el arbol, la Varona y el  Varon vestido de viento
    -volver, volver, ser otra vez arcilla, banarse en esa luz, dormir bajo esas luminarias,
    flotar sobre las aguas del tiempo como la hoja llameante del arce que arrastra la corriente,
    volver, ?estamos dormidos o despiertos?, estamos, nada mas estamos, amanece, es temprano,
    estamos en la ciudad, no podemos salir de ella sin caer en  otra, identica aunque sea distinta,
    hablo de la ciudad inmensa, realidad diaria hecha de dos palabras: los otros,
    y en cada uno de ellos hay un yo cercenado de un nosotros, un yo a la deriva,
    hablo de la ciudad construida por los muertos, habitada por sus tercos fantasmas, regida por su despotica memoria,
    la ciudad con la que hablo cuando no hablo con nadie y que ahora me dicta estas palabras insomnes,
    hablo de las torres, los puentes, los subterraneos, los hangares, maravillas y desastres,
    El estado abstracto y sus policias concretos, sus pedagogos, sus carceleros, sus predicadores,
    las tiendas en donde hay de todo y gastamos todo y todo se vuelve humo,
    los mercados y sus piramides de frutos, rotacion de las cuatro estaciones, las reses en canal colgando
de los garfios, las colinas de especias y las torres de frascos y conservas,
    todos los sabores y los colores, todos los olores y todas las materias, la marea de las voces -agua, metal, madera, barro-, el trajin, el regateo y el trapicheo desde el comienzo de los dias,
    hablo de los edificios de canteria y de marmol, de cemento, vidrio, hierro, del gentio en los vestibulos y portales, de los elevadores que suben y bajan como el mercurio en los termometros,
    de los bancos y sus consejos de administracion, de las fabricas y sus gerentes, de los obreros y sus maquinas incestuosas,
    hablo del desfile inmemorial de la prostitucion por calles largas como el deseo y como el aburrimiento,
    del ir y venir de los autos, espejo de nuestros afanes, quehaceres y pasiones (?por que, para que, hacia donde?),
    de los hospitales siempre repletos y en los que siempre morimos solos,
    hablo de la penumbra de ciertas iglesias y de las llamas titubeantes de los cirios en los altares,
    timidas lenguas con las que los desamparados hablan con los santos y con las virgenes en un lenguaje ardiente y entrecortado,
    hablo de la cena bajo la luz tuerta en la mesa coja y los platos desportillados,
    de las tribus inocentes que acampan en los baldios con sus mujeres y sus hijos, sus animales y sus espectros,
    de las ratas en el albanal y de los gorriones valientes que anidan en los alambres, en las cornisas y en los arboles martirizados,
    de los gatos contemplativos y de sus novelas libertinas a la luz de la luna, diosa cruel de las azoteas,
    de los perros errabundos, que son nuestros franciscanos y nuestros bhikkus, los perros que desentierran los huesos del sol,
    hablo del anacoreta y de la fraternidad de los libertarios, de la conjura de los justicieros y de la banda de los ladrones,
    de la conspiracion de los iguales y de la sociedad de amigos del Crimen, del club de los suicidas y de Jack el Destripador,
    del Amigo de los Hombres, afilador de la guillotina, y de Cesar, Delicia del Genero Humano,
    hablo del barrio paralitico, el muro llagado, la fuente seca, la estatua pintarrajeada,
    hablo de los basureros del tamano de una montana y del sol taciturno que se filtra en el polumo,
    de los vidrios rotos y del desierto de chatarra, del crimen de anoche y del banquete del inmortal Trimalcion,
    de la luna entre las antenas de la television y de una mariposa sobre un bote de inmundicias,
    hablo de madrugadas como vuelo de garzas en la laguna y del sol de alas transparentes que se posa en los follajes de piedra de las iglesias y del gorjeo de la luz en los tallos de vidrio de los palacios,
    hablo de algunos atardeceres al comienzo del otono, cascadas de oro incorporeo, transfiguracion de este mundo, todo pierde cuerpo, todo se queda suspenso,
    la luz piensa y cada uno de nosotros se siente pensado por esa luz reflexiva, durante un largo instante el tiempo se disipa, somos aire otra vez,
    hablo del verano y de la noche pausada que crece en el horizonte como un monte de humo que poco a poco se desmorona y cae sobre nosotros como una ola,
    reconciliacion de los elementos, la noche se ha tendido y su cuerpo es un rio poderoso de pronto dormido, nos mecemos en el oleaje de su respiracion, la hora es palpable, la podemos tocar como un fruto,
    han encendido las luces, arden las avenidas con el fulgor del deseo, en los parques la luz electrica atraviesa los follajes y cae sobre nosotros una llovizna verde y fosforescente que nos ilumina sin mojarnos, los arboles murmuran, nos dicen algo,
    hay calles en penumbra que son una insinuacion sonriente, no sabemos adonde van, tal vez al embarcadero de las islas perdidas,
    hablo de las estrellas sobre las altas terrazas y de las frases indescifrables que escriben en la piedra del cielo,
    hablo del chubasco rapido que azota los vidrios y humilla las arboledad, duro veinticinco minutos y ahora alla arriba hay agujeros azules y chorros de luz, el vapor sube del asfalto, los coches relucen, hay charcos donde navegan barcos de reflejos,
    hablo de nubes nomadas y de una musica delgada que ilumina una habitacion en un quinto piso y de un rumor de risas en mitad de la noche como agua remota que fluye entre raices y yerbas,
    hablo del encuentro esperado con esa forma inesperada en la que encarna lo desconocido y se manifiesta a cada uno:
    ojos que son la noche que se entreabre y el dia que despierta, el mar que se tiende y la llama que habla, pechos valientes: marea lunar,
    labios que dicen sesamo y el tiempo se abra y el pequeno cuarto se vuelve jardin de metamorfosis y el aire y el fuego se enlazan, la tierra y el agua se confunden,
    o es el advenimiento del instante en que alla, en aquel otro lado que es aqui mismo, la llave se cierra y el tiempo cesa de manar;
    instante del hasta aqui, fin del hipo, del quejido y del ansia, el alma pierde cuerpo y se desploma por un agujero del piso, cae en si misma, el tiempo se ha desfondado, caminamos por un corredor sin fin, jadeamos en un arenal,
    ?esa musica se aleja o se acerca, esas luces palidas se encienden o apagan?, canta el espacio, el tiempo se disipa: es el boqueo, es la mirada que resbala por la lisa pared, es la pared que se calla, la pared,
    hablo de nuestra historia publica y de nuestra historia secreta, la tuya y la mia,
    hablo de la selva de piedra, el desierto del profeta, el hormiguero de almas, la congregacion de tribus, la casa de los espejos, el laberinto de ecos,
    hablo del gran rumor que viene del fondo de los tiempos, murmullo incoherente de naciones que se juntan o dispersan, rodar de multitudes y sus armas como penascos que se despenan, sordo sonar de huesos cayendo en el hoyo de la historia,
    hablo de la ciudad, pastora de siglos, madre que nos engendra y nos devora, nos inventa y nos olvida.

CARTA DE CREENCIA